jueves, 30 de junio de 2011

Agradecimiento a Lutgardo López Múñoz 1860




Artículo publicado en el periódico La Iberia del martes 16 de octubre de 1860


Señor director del periódico La Iberia.

Muy señor mió y de mi mayor respeto: He de merecerle se sirva insertar en su apreciable periódico la adjunta manifestación, para que llegue a conocimiento del público los filantrópicos sentimientos de la persona a que se refiere, a lo que le quedará reconocido S. S. S. Q. B. S. M.—José Díaz y Sierra.



Algeciras 23 de setiembre de 1860.

Faltaría á la amistad y relaciones que me unen al segundo teniente alcalde de San Roque, con residencia en el punto de la línea fronteriza a la plaza de Gibraltar, don Lulgardo López Muñoz, si no publicase los filantrópicos sentimientos de este. Al presentarse en dicho punto en el mes anterior el cólera morbo, estando en los baños de Manilba con su familia, y habiéndosele dado conocimiento de que dicho mal había invadido la línea, se puso inmediatamente ea marcha con objeto de atender al socorro de los vecinos de su jurisdicción que fuesen atacados, y prodigarles todos los recursos necesarios.

Entre las disposiciones que merecen notarse, es, el que acabado de llegar se 1e avisó de que en el vallado de una huerta se encontraba atacado del cólera el pobre de solemnidad Marcelino García, y acudiendo en seguida en su auxilio procuró se le recibiese en el hospital provisional que se había.establecido; pero no pudiendo obtenerse, porque únicamente era para los militares, dispuso el citado López lo condujesen a su propia casa, colocándolo en uno de sus aposentos, prodigándole cuantos recursos se creyeron necesarios para salvar a aquel desgraciado, habiéndole asistido tres facultativos y suministrándosele todos los que estos ordenaron, aunque por desgracia, sin resultado favorable.

Otra de las disposiciones honrosas en alto grado para dicho señor, es la de haber estado constantemente de dia y noche visitando a todo pobre de solemnidad, que lo acreditaba por medio de una papeleta del capellán que allí existe, socorriéndolos con todo lo necesario para él y su familia de su peculio propio, cuyos hechos no necesitan comentarios; pero no es de estrañar dichos filantrópicos sentimientos en don Lutgardo López Muñoz, cuando en otras ocasiones y no muy lejanas, ha dado pruebas de abnegación y patriotismo, como lo fué el 8 de enero último en los naufragios de varios buques ocurridos en la costa de Levante, entre los que se cuenta el del vapor francés Juan Bautista, que conducía por cuenta del gobierno tablas, herramientas y otros efectos para Africa, y que con su celo y esposicion de su vida contribuyó al salvamento del cargo y de las personas, no solo de dicho buque, sino de otros que en aquella noche embarrancaron en aquella costa.








                                                                   Luis Javier Traverso




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lunes, 27 de junio de 2011

Sucesos en la Aduana de La Línea el 14 de mayo de 1891

Artículo publicado en el periódico La República del miercoles 20 de mayo de 1891 y en el periódico el Imparcial del martes 19-05-1891

Lo de Gibraltar

Sobre los deplorables sucesos acaecidos en La Línea, en la noche del 13 y mañana del 14, trae extensos pormenores El Sino, del Campo de Gibraltar.

A cosa de las nueve de la noche del día 13

— unos cinco ó seis jóvenes de los conocidos aquí por «banqueteros» intentaron pasar a La Línea con unos morrales de género ilícito por entre las postas de carabineros números 4 y 5, sitas en la parte neutral de Levante.

Cuando ya iban a conseguir su objeto, notaron que los carabineros alli de servicio los perseguían, y entonces los muchachos para poder librarse de ser aprehendidos, se dieron a la fuga por el campo neutral, mas no sin antes desprenderse de los morrales para correr, sin duda mas ligeros.

Los carabineros, en vista, según parece, de que comprenderían lo imposible que les sería alcanzar a aquellos jóvenes, desístieron de perseguirlos y recogieron los morrales, presentándolos al comandante de la guardia de Principal.

Esto parece que lo han visto varios vecinos de aquel barrio.

Al poco tiempo de lo dicho, uno de los mencionados jóvenes, Andrés Giles, volvió a intentar salir por la casilla núm. 3, sin la menor carga, al decir de sus compañeros, y según de público se decía por todos los vecinos del barrio de Vista Hermosa; pero con la desgracia de que, visto por un empleado de la Tabacalera, éste le disparó un tiro con la poca fortuna de dejarle muerto instantáneamente.

También oímos decir que otro de los supradíchos jóvenes, al intentar pasar por la misma casilla, tropezó con el cadáver de su compañero.

Muchos vecinos de aquel lugar aseguran que a los veinte o treinta minutos de oir el disparo, que sin duda causó la muerte del infeliz Giles, sintieron otros dos como de revolver.

También dicen que vieron a un soldado de infanteria ó carabinero con un morral dirigirse hacia el lugar del suceso.

Otras versiones aseguran que cuando llegaron las autoridades competentes A levantar el cadáver, encontraron al lado de él un morral cargado de tabaco y una pistola descargada.

Antes de las ocho de la mañana del 14, los vecinos de Vista Hermosa se hallaban en grandes grupos refiriendo todos los sucesos que habían originado la muerte de Giles en la noche anterior.

Por enfrente de aquellos grupos se paseaban unos seis empleados de la Tabacalera. Como la inmensa mayoría de los grupos lo componían mujeres y niños, éstos al ver á los tales «blanquillos» les dirigían algunas que otras palabras duras, en son de protesta y como prueba de la indignación que les había causado el hecho cometido por uno de sus compañeros.

Pero los «blanquillos» seguían recibiendo con ademanes provocativos los improperios que los niños y las mujeres les dirigían y hasta dicen que uno de ellos se atrevió á amenazarles «con que todas las noches se iban á «cargar» media docena de paisanos» (palabras textuales.)

Estas y otras provocaciones de los «blanquillos» dicen que exacerbaron de tal manera a aquellos grupos que algunos chiquillos y mujeres empezaron a tirarles algunas piedras.

En esto llegaba el relevo, o sea otros seis «blanquillos» y un oficial de los mismos, el cual, en vez de obligar a su fuerza a retirarse de aquel lugar, puesto que a dicha hora ya no eran necesarios sus servicios, y así con esto privar al pueblo de un conflicto, desarmó á uno de sus subordinados y con más arranques que un Cid Campeador ordenó a su fuerza que se preparase en línea de ataque, con los sables desenvainados y los remingtons cargados, y a seguida dió la voz de romper el fuego sobre aquella multitud indefensa.

Al ruido de las primeras detonaciones, y como por encanto, todo el barrio de Vista-Hermosa y calles adyacentes completamente viéronse ocupados por una inmensa muchedumbre.

Aquel oficial, sin reparar á lo que se exponía, seguía al parecer frenético, avanzando y haciendo fuego contra aquella apiñada muchedumbre que se dispersaba pacíficamente sin hacer el menor alarde decresistencia. A los primeros disparos hechos por el oficial y un «blanquillo», a poco mas de un metro de distancia de las casas que forman el indicado barrio, cayeron al suelo dos hombres heridos, uno que salía de su casa y otro que entraba también en la suya.

Mas esta sangre vertida por dos honrados artesanos no intimidó en lo más mínimo a aquellos agentes de la Tabacalera, sino que antes al contrario les dio alientos para proseguir su cañera atrepellando a los pacíficos habitantes de esta villa.


Qué cuadro mas horrible hemos presenciado esta manana. Aquí gritos femeniles, allí lamentos, más allá expresiones de mal contenida cólera y por en medio de todos se sentía el lúgubre silbido de las balas. Todos corrían, todos trataban de encerrarse en alguna casa para no tener ninguna clase de choque con aquel oficial y aquellos Individuos que se internaban por las más principales calles de la población, después de haber dejado charcos de sangre a su paso, persiguiendo a inocentes niños é indefensas mujeres.

El alcalde con la guardia civil y agentes de órden público, se dedico á calmar a las masas, y no sin grandes esfuerzos, las contuvo en su afán de avanzar. Todos estaban indignados con lo acontecido.

Pero, señores conservadores, esto va á ser el fin del mundo.


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Artículo publicado en el periódico El Heraldo del Sábado 16 de mayo de 1891

Los empleados de la Tabacalera.

Cádiz 15 (11,50 n.)—A consecuencia de los disparos hechos por los empleados de la Tabacalera contra algunos paisanos da La Línea, han fallecido tres de éstos, recibiendo otros diferentes contusiones. Gracias a la intervención de los carabineros, no han sucedido más desgracias.

Con tal motivo se ha reunido en La Línea fuerza de la Guardia civil de Caballería, habiéndose procedido ya a la instrucción del sumario. Uno de los bárbaros agresores ha sido preso.

Tanto en La Linea como en esta población, el vecindario esrá indignado contra los empleados de la Tabacalera por su inhumano proceder.—

                                                                              Ruiz Mateos


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 Artículo publicado en el periódico El Heraldo del Domindo 17 de mayo de 1891

Los Sucesos de La Línea

Cádiz 16 (8 n.)
—Segán noticias recibidas de La Línea, es grandísima la indignación del vecindario con motivo de los sucesos de que dí cuenta en mis telegramas de ayer.

Es realmente escandaloso lo que esta ocurriendo con los empleados de la Tabacalera, que campean continuamente sin las  más ligeras molestias por parte de las Autoridades, a pesar de poner en continuo en peligro la vida de cuantas personas transitan por la carretera; contínuamente están haciendo disparos bajo, el pretexto de perseguir a los contrabandistas, siendo lamentable que se les permita semejantes abusos.

Ha muerto otro de los heridos a consecuencia de los disparos de ayer, aumentando con esto la indignación contra la Compañía Arrendataria, que dispone de este país como si se tratase de un feudo.

Por los sucesos de ayer se instruyen sumarios judicial y militarmente, notándose mucha actividad en las instrucciones. Es conveniente que se llame la atención en ese periódico sobre los expresados abusos, de los
que es única responsable la Compañía Arrendatarla y sus empleados

                                                                               Ruíz Mateos.








                                                                   Luis Javier Traverso




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jueves, 23 de junio de 2011

Contra el Caciquismo

 Audio para deficientes visuales


Artículo publicado en el periódico el Heraldo de Madrid el 02 de mayo de 1899

Acaba de presentárseme una numerosa comisión, formada por respetables personalidades de La Línea de Gibraltar, rogándome el apoyo de Heraldo contra los desmanes de la.administración municipal.

Los comisionados han visitado al gobernador y recurrido también al Gobierno con dicho objeto.

No pretenden ingerirse en la administración local ni monopolizar los cargos públicos; sólo piden la intervención judicial y la fiscalización constante del Ayuntamiento, convertido por el caciquismo en merienda de negros.

Merece ser tenida en cuenta la petición de los comisionados.

Ademas de los comerciantes y propietarios que forman la comisión, me han visitado con igual propósito que ellos, varios abogados y los directores de los periódicos El Sino y El Pueblo, de La Línea

.—Corresponsal.






                                                                       Luis Javier Traverso




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sábado, 18 de junio de 2011

El Heraldo en La Línea en 1909

Artículo publicado en el periódico "el Heraldo de Madrid" el Sábado 28 de febrero de 1909


Hay muchos pueblos que, por haber tenido en un momento de su vida un punto negro, el concepto público les ha impuesto el San Benito del oprobio, que ya no pueden sacudirse aunque de diablos hagan santos. La Linea es uno de ellos. Para el resto de España, incluyendo a la propia provincia de Cádiz, La Línea suena á contrabando y matute. Para muchos es un conglomerado, no sólo de defraudadores de la Hacienda pública, sino de gentes que liquidaron sus cuentas con la justicia ó que las tienen por liquidar; de revolucionarios que se comen los niños crudos, y de anarquistas de puñal; de todo lo peor de los componentes sociales, en una palabra.



domingo, 12 de junio de 2011

Cambio de las Divisas en la Aduada de La Línea


"No quiero con este artículo entrar en ningún tipo de pólemicas, lo he puesto por el hecho de que es posible que este fuera los comienzos del abuso en el cambio de divisa en la Aduana de los trabajadores españoles en Gibraltar y que duró hasta el cierre de la misma. Esta es una reivindicación que está realizando en estos dias la sociedad ALPEG y que parece ser  que va por buen camino.  Y este es el valor que  quiero que destaqueis de éste artículo."


Artículo publicado en el periódico "La Libertad"  del viernes 6 de agosto de 1937


La capacidad de los que regentan la laberíntica administración facciosa en el campo de Gibraltas es infinitó. No tiene límites ni reconoce obstáculos. Para ella todo el camino es llano y fácil, porque nadie se atreve, ni puede atreverse, a oponerle la menor resistencia. Ni resistencia ni siquiera razonamientos, Lo pagaria con la muerte.
Asi dicen los obreros que viven en los pueblos próximos a Gibraltar y trabajan o negocian —en pobres negocios humildísimos y personales— en esta plaza inglesa.

En la Aduana de La Linea se les da un trato inhumano. Se despoja a todo obrero, a todo trabajador; se le roba descarada y vilmente. Vilmente, porque el despojo está apoyado por la fuerza, por el terror, por el crimen.

En dicha aduana los trabajadores son victimas de todas las explotaciones. No es solamente esa, ya conocida, de obligarles a cambiar allí la moneda Inglesa en queperciben sus jórnales. Es más;hay más. Nadie, por humilde que sea, escapa a la rapacería de aquella aduana facciosa. Las obligacíones impuestas por el fascismo son numerosas.

El vendedor de escobas, el limpiabotas, el afilador, el que vende flores; todos, en fin, los que se ven forzados por la miseria a pasar la frontera para buscar en Gibraltar la manera de subvenir a sus necesidades; todos, por mísero que sea su medio de vida, al regresar a La Línea han de dar moneda Inglesa para cambiarla allí al precio caprichosamente fijado por las autoridades fascistas, precio que nunca es naturalmente, el verdadero.

En Gibraltar, por la índole de sus trabajos o de sus pequeños negocios, cobran en moneda española o en dicha moneda hacen su recaudación, y se ven obligadosa reducirla a moneda inglesa, obedeciendo la orden de llevar a la aduana de La Línea dicha moneda; y como en esta aduana se la vuelven a cambiar en moneda facciosa, al precio que caprichosamente han señalado, el obrero vendedor pierde en los dos cambios. Se ha dado el caso en alguno de estos vendedores de haber perdido 32 pesetas en cada libra cambiada, y, por consiguiente, de haber puesto dinero, después de haber trabajado todo el día, para llevar moneda inglesa a la aduana de La Línea.

El temor a las represalias, al castigo, a la persecución, los lleva a esto. Los obreros españoles que trabajan en departamentos oficiales de Glbraltar pierden, aproximadamente, 30 pesetas en cada líbra cambiada por obligación en La Línea.

A los subditos  extranjeros también te les obliga a este cambio arbitrario de moneda

Hasta hace pocos días, los obreros subditos ingleses que viven en La Linea estaban exentos de esa obligación de hacer el cambio de su dinero en la Aduana. Se les respetaba, por su condición de extranjeros. No se cometía con ellos el despojo. Pero con fecha 16 de Julio se les comunicó que, en adelante, «debían cambiar allí, al tipo que señalaran las autoridades facciosas, por lo menos, las dos terceras partes de sus sueldos o jornales».

. . . . . . Las libras que se obliga a cambiar, con grandes pérdidas, a los obreros en La Línea, vuelven a Gibraltar, quedando en este doble cambio una bonita diferencia a beneficio de los particulares bolsillos de los dirigentes fascistas.

Recientemente pudo verse en Gibraltar sobre un camión —nos dice la persona que nos da todos estos detalles— a unos facciosos que cambiaban libras por calderrila a 70 pesetas. Y no sería equivocado afirmar —dice— que  dichas libras eran las mismas que, obligadamente, cambiaron en la Aduana de La Línea los trabajadores. 





                                                                     Luis Javier Traverso




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viernes, 10 de junio de 2011

La Línea según "La Libertad" en 1921




Artículo publicado en el periódico "La Libertad" del jueves  25 de agosto de 1921


LA LINEA

Legítima aspiración de un pueblo

Contadísimos Pueblos pueden invocar en sus demandas de protección al Estado méritos tan positivos como los que registra en su breve y ya glorioso historial La Línea.

Éste pueblo allá por el año 1872, era una pequeña aldea formada por 600 vecinos, que hacinados en albergues de rústica y primitiva construcción reposaban de las arideces y peligros que a sus espíritus inquietos y a sus cuerpos extenuados llevaran las turbulencias de un vivir penoso. Y de ese origen adquirió éste pueblo una fama y una leyenda que el tiempo y los procederes honrados de sus inquilinos no han podido borrar, porque a tan legítimos anhelos se oponen los «intereses creados» de unos cuantos «Crispines» y «Leandros», muy conformes en mantener así las cosas que le permite saciar apetitos inconfesables.



jueves, 9 de junio de 2011

Nuevos Sucesos en la Aduana en 1880


 Artículo publicado en el periódico "El Siglo Futuro" del jueves 14  de Octubre de 1880


La heroica España de nuestros mayores, «abandonada en Westfalia y maltratada en Utrecht,» ni siquiera hace respetar en estos tristísimos días el tratado de Utrecht. Según las noticias que llegan del Campo de Gibraltar a todos los periódicos independientes, Inglaterra se esta burlando de un convenio hecho en pro de ella, y en odio á España. No pretendemos que el gobierno nos de noticia de lo que hace en este asunto, que ya sabemos a lo que esta obligado, en el modo de llevar negociaciones diplomáticas; pero encarecemos las necesidades de que haga algo, en que se manifieste, por lo menos, digno de estar al frente de la diplomacia española, seguro de que le han de apoyar todos los patriotas de verdad. Más que con otro alguno, puede contar con el apoyo de los tradicionalistas: entre las tradiciones a que rendimos culto, después de servir a Dios, está la de amar a la patria. En rigor, para nosotros ambas ideas se confunden en una. ¿Qué seria de nuestra patria sin la Religión Católica, sin Covadonga, sin los Reyes Católicos, sin Felipe II?

No es mucho pedir, ciertamente, que se respete en el usurpado Gibraltar el tratado de Utrecht.

Véase á continuación lo que dicen en una carta á un periódico de este Madrid, donde alegremente se pasea en lujosos trenes, se corren caballos en el hipódromo y se baila al compás de la lira de Asmodeo:

«La insistencia con que durante los pasados días vienen ocupándose todos los periódicos de invasiones hechas por el ejército inqlés que se halla de guarnición en Gibraltar en territorio de España, me mueve a dirigirle estas lineas.

Viviendo de largo tiempo aquí, he tenido ocaciones frecuentes de conocer la índole del asunto ahora debatido, y no pocas veces he sentido encenderse mi sangre de español al espectáculo de humillaciones que bien quisiera ocultar, si no fuera pecado el silencio en determinadas circunstancias.

La fecha de nuestras  concesiones es antigua, y puede decirse que desde 1804 el tratado de Utrecht ha sido letra muerta. Por la fecha a que me refiero se declaró una epidemia en Gibraltar y las autoridades inglesas  solicitaron y obtuvieron a título de devolución 100.000 metros cuadrados como campo de desahogo,  a contar desde el pié de la Laguna. Terminada la epidemia, los ingleses no devolvieron el terreno adquirido ni el gobierno español recordó lo pactado.

Pasaron algunos años, y en 1828, otra epidemia disculpó una nueva solicitación de 50.000 metros cuadrados que pasaron y quedaron en dominio de Inglaterra, á pesar de la formal promesa de devolución. Empezaron entonces los contrabandistas británicos a usurpar lenta y sagazmente terreno, en tanto que nuestros gobiernos, siempre prudentes y amables, quisieron evitar todo conflicto y no trataron, siquiera débilmente, de obligarlos a permanecer dentro de la Laguna, situada al pié de las murallas.

Véanse hoy estas erizadas de cañones de 38 y 100 toneladas, mientras que España carece de ellos en Sierra Carbonera, en Punta Carnero y Tarifa. Olvido tanto más indisculpable cuanto que, organizados militarmente estos puntos, haríamos imposible el paso de todo buque por el Estrecho.

Nuestro dignísimo comandante general Sr. Canaleta puso todo esto en conocimiento del gobierno y dio por su parte órdenes severísimas al comandante militar de la Linea, Sr. San Juan, para que contuviera el avance usurpador de los ingleses.

Hízolo así el Sr. San Juan, y trasmitió las órdenes a los soldados del regimiento de Soria, que dan la centinela de la frontera.

El día 8 de Setiembre, y a cosa de media tarde, el soldado Manuel Hernández Ocaña, que se hallaba de patrulla despejando el campo español de las mujeres que se dedican a entrar contrabando por la puerta de la Línea, escapando por todos los medios imaginables a la vigilancia de los carabineros y de las matronas, ejercia su cometido a 140 ó 150 metros de distancia de las últimas garitas inglesas. Un oficial inglés, el que  mandaba la guardia, adelantóse con déspotas ademanes hasta el citado soldado, dicíéndole se retirara 250 pasos más allá y gritándole: spaniard, spaniard.

Ei soldado no se movió, limitandose a contestar  spaniard, spaniard, no, inglis, Laguna, Utrecht.

Al ver la negativa, el oficial llamó á su guardia para prender al Hernandez Ocaña, Pero éste, al ver acercarséles un cabo y cuatro soldados colorados (así se llaman aquí a los soldados ingleses), caló serenamente su bayoneta y metiendo una capsula en el Remigton, se lo echó á la cara dispuesto a hacer fuego.

Ante esta actitud, el oficial inglés se retiró con sus soldados. Impúsosele sin duda alguna el valor heróico de aquel hombre que esperaba sereno el ataque, solo para defender los derechos de todo un pueblo, en frente de la formidables baterías inglesas y de un ejército de siete mil hombres.

Hernández Ocaña quitó la cápsula, puso el arma en su lugar de descanso y tendió la vista en derredor para contemplar a las cien ó doscientas personas testigos de su serenidad.

Ahora  fuera del campo,—les dijo,— y cada cual a su casa como ha hecho el oficial inglés con sus colorados. En el campo no cabe nadie más que yo para echar los contrabandistas, que de todo tienen la culpa. ¡¡ Maldito tabaco, y á cuántos vagos de la Línea mantiene esta plaza de Gibratar !! Este maldito tabaco hubiera sido mi perdición y la de mis compañeros y la de España si esta tarde no tocan retirada los colorados; porque yo me llevo de viaje, si me atrepellan, a tres ó cuatro colorados, que hubieran echado patatas y manteca por las narices.

Más vale que no haya sucedido nada, y así seguiremos con prudencia enseñando los dientes a los coloraditos que nos quieren quitar más terreno. ¡Pobres coloraditos! ¿Si querrán quedarse con España como con la India?

Y continuó sus paseos, después de este discurso tan elocuente en medio de la rudeza de su forma.

He sabido que el coronel Sr. Jiménez San Juan llamó al Hernández Ocaña, le dio las gracias por haber evitado un conflicto con su prudencia, buen tacto y serenidad.

Todo esto pasó como digo la tarde del 8 de Septiembre entre tres y cinco de la tarde. Desde entonces siguen los contrabandistas traficando con doble escándalo, a la vista de los soldados ingleses. Los nuestros contemplan irritados estos escandalos, no obran por evitar un conflicto y se encuentran cohibidos en absoluto, so pena de dejarse prender en territorio español, lo que seria la mayor de las ofensas y el más bochornoso de todos los baldones.

Origen de muchas de estas cosas, aunque parezca extraño, es el incremento que tomó y va tomando la Linea. Tiene más de 12.000 almas, ninguna de ellas consagrada a la industria, a la agricultura ni al comercio estable. Hay aquí 200 chinos licenciados de presidio que van diariamente a Gibraltar a vender huevos y trapos ó a hacer cigarros; 400 hebreos que tienen sus tenduchos en Gibraltar; 5.000 carboneros, muchos do ellos consagrados a este comercio por ocultarse en su oscuridad a las miradas de la policía, 3.000 portugueses que se dedican a carpintería, albañilería y obras en Gibraltar; 600 hijos de esta población que tienen en pequeñas tiendas de comercio, y 2.000 vagos reconocidos que viven del merodeo y del contrabando en pequeña escala.

Toda esta población encerrada en casas pequeñas, sucias y carísimas, forman la Línea. De qué viven todos ellos no se sabe, aun cuando no dejan de dar gran contingente los 400 ó 500 almacenes de tabaco que posee la plaza de Glbraltar.

Se calcula qne salen de dicho punto de 4 á 5.000 arrobas diarias de tabaco ¿Dónde se fuman? Hé ahí el problema. El gobierno español podría descifrarlo y vendrían á sus cajas el 50 por 100 de beneficio que los contrabandistas de este género usurpan al Tesoro.

Al cañonazo del amanecer, salen de la Linea como locomotoras disparadas 4 ó 5,000 personas que acuden a tomar tiquetes en las inspecciones inglesas para poder entrar en Gibraltar.

Nueva ofensa para España, porque los ingleses entran en nuestro territorio como quieren y sin que nadie les exija requisito alguno. Y a este propósito recuerdo el relevo de un consul que quiso establecer idéntica medida que ellos en nuestro territorio.

Vienen diariamente en grandes masas, atropellando a todo el mundo por la carretera y acompañados de sus numerosas jaurías de perros, para correr en el monte las zorras que a él trajeron y que tantísimos daños han hecho en los ganados de nuestro campo. Llaman a la Línea el arrabal asqueroso de Gibraltar, y dicen que sus habitantes son como todos los españoles.

Esta es, señor director, la verdad lisa y desnuda de cuanto aquí pasa. Déjolo a su consideración; y autorizándole para que haga de esta carta el uso que más le conviniere, queda suyo afectísimo seguro servidor Q. B. S. M.—un español neto»




Luis Javier Traverso




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martes, 7 de junio de 2011

Críticable actuación del Cuerpo de los Blanquillos en la Aduana de La Línea

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Artículo publicado en el periódico "El Correo Militar" Viernes 24 de mayo de 1895

Es escandaloso lo que allí ocurre, y sobre ello llamamos una vez más la atención del Gobierno y de los directores de la Guardia civil y Carabineros.

Parece que los empleados del resguardo que allí ha creado la Compañía Tabacalera, y á los cuales llaman blanquillos, no reconocen más ley ni más autoridad que la que de sus personas emana, y haciendo alarde de facultades que no tienen, andan á tiros por aquellos campos con los perros conductores de tabaco, exponiendo la vida de los transeúntes; dan el espectáculo repugnante de matarlos á la vista de todo el mundo y se permiten además discutir y desobedecer a la Guardia civil cuando ésta interviene, en cumplimiento de su deber, para evitar tales abusos.

Por lo que respecta a los carabineros, tienen que sufrir la inmixtión de esos empleados en operaciones que sólo a ellos y a los del cuerpo pericial de Aduanas compete, viendo como se colocan a su lado para vigilar los registros, y camo se atreven a poner las manos encima de los pasajeros, y hasta zarandear a las mujeres de quienes sospechan pueden llevar oculto algún tabaco.

Todo esto lo vemos denunciado en el periódico El Sino, correspondiente al día 4 de este mes, que por  casualidad ha llegado a nuestras manos, y del que copiamos los siguientes párrafos, que bien merecen se fije
en ellos la atención:

«Los rozamientos entre individuos de la Compañía Tabacalera y la fuerza de Guardia civil y Carabineros se presencian con frecuencia, y nosotros creemos que deben reprimirse en honor del buen nombre de amos institutos.»

«Si hubiese la menor desconfianza en los individuos o clases del cuerpo de Carabineros, podría alegarse alguna excusa para obrar así; pero hoy que el celo y la vigilancia ya rayan en el exceso, pues se llega á quitar al pasajero hasta dos ó tres cigarrillos que trae en la petaca ó en el bolsillo para su uso, es, a nuestro juicio, poco decoroso, y no tiene razón de ser.»

«Que cumplen y cumplen como nunca han cumplido con su deber los individuos del cuerpo, lo venimos diciendo hace días; lo que repugna a todo el que se precia de español, es ver cómo se trata de ridiculizar a un instituto, sin motivo alguno, en las funciones de sus deberes, por cuatro particulares que pertenecen a una compañía y a quienes se da una preferencia irritante sobre un cuerpo armado, permitiéndoles vigilar a vanguardia de la línea española y fiscalizar hasta los menores movimientos de los que para cumplir  con su deber les basta y les sobra la constante presencia de sus dignos superiores y, sobre todo, la conciencia de que sirven al Estado y tienen que dar estrecha cuenta de su conducta en el cumplimiento de su deber.»

«Esto que desde luego no deja bien parado el prestigio del cuerpo de Carabineros debiera reprimirse para que nuestros vecinos los ingleses no tuviesen motivo de criticar y burlarse de la fuerza única autorizada para verificar tales reconocimientos.»

Por nuestra parte, añadiremos que si  la fabulosa subida de la renta que en los últimos tiempos se viene observando en la Aduana de Algeciras, se debe a esos blanquillos, como creen los accionistas de la Tabacalera, debería e! Gobierno dejar a su exclusivo cuidado aquel resguardo mediante contrato previo; pero si esto es debido a los esfuerzos verdaderamente heroicos que allí está haciendo el instituto de Carabineros, como lo reconocen hoy cuantos al contrabando se dedican y cuantos con pena y vergüenza lo presenciaban antes, justo es que no se les pague con el desprestigio que sobre ellos hacen recaer esos empleados de una empresa particular, que aparecen a la vista de propios y extraños como vigilantes celosos de aquellos que llevan un uniforme al que la desconfianza mancha.
Estos carabineros, a quienes nadie da siquiera las gracias por el importante servicio que en la Línea de Gibraltar están prestando a la Hacienda, y cuya honradez se pone a cada paso en tela de juicio, presencian el aumento de sueldo decretado últimamente para esos empleados particulares que disfrutan 13 reales diarios, sufriendo además sus osadías y destemplanzas.

Han llegado las cosas a tal estremo, que por decoro del Ejército cuyo uniforme visten los individuos del cuerpo de Carabineros, debería abrirse una información para depurar si son ó no ciertos los hechos que en Algeciras se denuncian, y si resultase comprobado que, debido exclusivamente al celo y honradez de los carabineros de aquella comandancia ha subido fabulosamente la renta en el último año, poner coto a las audacias de los blanquillos y recompensar a aquellos sufridos veteranos, siquiera, no sea contanta larguerza como la Compañía Arrendataria lo practica con sus bisoños dependientes.

Todo menos que de la comparación entre unos y otros resulten deprimidos los que uniforme honroso visten y al Ejército pertenecen.





 


Luis Javier Traverso




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Súplica de modificación del Real Decreto de 23 de Octubre de 1895

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Artículo publicado en el periódico El Correo Militar del miércoles 2 de enero de 1895



La Línea de la Concepción

Hemos recibido un folleto que contiene las exposiciones dirigidas a S.M. y al ministro de Hacienda por el Ayuntamiento de este pueblo, en súplica de que se modifique el Real decreto de 23 de Octubre del año actual, que suprime la aduana allí establecida y crea trabas encaminadas a reprimir el contrabando.

Ajenos nosotros a estas cuestiones que requieren estudio previo para juzgarlas con el debido acierto, no podemos ni debemos entrar en su fondo, pero es el caso que forzosamente interviene en ellas el cuerpo de Carabineros, parte integrante del Ejército y sobre el cual pesa un anatema que venimos esforzándonos en desviar por honra propia, y del instituto a que aludimos.

El pueblo de la Línea esta enclavado en terreno ingrato donde la agricultura no es fácil que prospere; donde la industria ha de desarrollarse en beneficio de Gibraltar, y donde el comercio sólo puede hacerse con esta plaza y por esta plaza.

En las exposiciones que hemos leído aparece que el pueblo de La Línea cuenta con 6.837 habitantes varones, incluidos los niños, y 7.000 hembras, y que diariamente van a trabajar á Gibraltar unos 5.000 de ambos sexos, los cuales regresan al oscurecer.

Consta, además, que existe una industria corchera donde trabajan mas de 1.000 operarios y un crecidísimo número de conductores de primeras materias para esta industria. Hay además innumerables brazos dedicados al cultivo de 300 huertos que abastecen a la plaza vecina; 2 000 personas de ambos sexos y edades que ganan el sustento con la pesca; 800 obreros que trabajan en las obras del puerto; talleres para labrar piedra, que sostienen un centenar de operarios, y caleras, fábricas de ladrillos, tejas, etc. elaboración de aguardientes, gaseosas, cervezas, pastas, curtido de píeles, tejidos y más de doscientos establecimientos de diferentes clases, cuyo personal vive exclusivamente de la industria legal que ejerce.

De estos datos se deduce lógicamente, por medio de una sencilla operación aritmética, que en el pueblo de la Línea  tienen ocupación honrada todos sus habitantes, incluso los enfermos y los niños, sin que haya, como en todas las demás poblaciones, gente de oficio desconocido, vagos, ni capitalistas que vivan de sus rentas.

Lejos de nuestro ánimo está el oponernos a lo que aquel Ayuntamiento, en nombre del pueblo que administra, solicita, pero séamos lícito hacer notar, que el presentarlo como modelo de laboriosidad y honradez siendo sus habitantes seres humanos cual lo somos todos y teniendo al alcance de su mano el fraude y el contrabando que les brinda con pingües beneficios, es un argumento cuya notoria exageración hace desconfiar de las actuales pretensiones.

No puede ocultarse á nadie que una parte de esa población, a la que se supone ocupada en trabajos lícitos, vive del contrabando; y que esos miles de personas que diariamente van y vienen de Gibraltar, son otros tantos portadores de géneros que, en mayor ó menor escala, se introducen en territorio español sin pagar derecho alguno.

Y como el cuerpo de Carabineros, por muy numeroso que allí sea, que no lo es, resulta impotente para reprimir, escaso para vigilar, y sin apoyo para perseguir, véanse sus individuos burlados a todas horas, y lo que es peor, ofendidos en su reputación al creerlos cómplices de los fraudes.

Ignoramos si el decreto cuya modificación se pide tiende á remediar esto que es lo que a nosotros más nos duele, ó si perjudica a la Línea sin evitar lo que evitarse urge; pero sea como fuere, entendemos que es asunto
sobre el cual debe meditarse mucho, ya que desgraciadamente nos vemos precisados a soportar la vergüenza que lleva el nombre de Gibraltar, y lo que es peor aún, a contribuir a que aquélla se perpetúta facilitando él desarrollo y la vida material de esa plaza, donde españoles entran para llevar allí la sangre nacional y de donde españoles salen para traer aquí la anemia que nos consume.

El actual ministro de Hacienda, en cuya honradez tenemos fe y en cuyas iniciativas confianza, puede dar solución a un problema que afecta hondamente a los intereses que le están confiados y al prestigio de la fuerza armada que vela por ellos.

Esto es lo que pide el comercio de buena fe y esto es lo que piden los hombres honrados que, confundidos se ven hoy en las inmediaciones de Gibraltar, con los que no lo son.

Y esto pedimos también nosotros, en nombre de los calumniados  carabineros, que su vida esponen y su honra entregan a los que vida y honra de estos servidores de la patria, menosprecian.

Y esto, por último, es lo que entendemos pedirá también el Ayuntamiento de la Línea de la Concepción.







Luis Javier Traverso




Documento perteneciente a la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España

lunes, 6 de junio de 2011

Precauciones Sanitarias 1.884

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Artículo publicado en el periódico El Día del  sábado 19 de julio de 1884   

Línea 13 de julio de 1884

Sr. Director de El Día.

Muy señor mío: Casi todos los periódicos de la corte han dado la noticia de que el gobierno ingles había expulsado de Gibraltar a todos los españoles, entre ellos 7000 trabajadores.

Cada uno ha contestado a su modo la noticia, que es del todo inexacta.

Eu primer lugar, los trabajadores españoles que había en Gibraltar no llegaban a 2000, incluyendo albañiles, carpinteros, pintores, cargadores de carbón, etcétera, etc.; de modo que, por  lo pronto, la cifra de los llamados expulsados resulta algo exagerada. En segundo lugar, todos los españoles que tenían licencia para residir en Gibraltar, han quedado.

Lo que si ha sorprendido, y no debe confundirse ni exagerarse los hechos, es que los trabajadores, como todos los extranjeros, para entrar en Gibraltar, y creo ocurre lo mismo en Ceuta, necesitan un tiquete, que así se llama, el cual es facilitado por la policía.

Naturalmente, al establecerse el cordón, ya no podían entrar esos trabajadores en Gibraltar, y como no podían entrar, menos podían residir en dicha plaza, puesto que no tenían licencia para ello.

Claro es que el gobierno ingles no iba a proporcionar hospedaje á esos 2.000 trabajadores; pues Gibraltar
no es tan grande para poder contener ademas de su guarnicion y sus habitantes, 2.000 hombres mas, y ser ese hacinamiento causa quizás del desarrollo de alguna enfermedad. Creo que en igualdad de circunstancias hubiéramos hecho lo mismo.

No pudiendo, pues, los trabajadores permanecer en Gibraltar, se vinieron a España; pero no porque fueran expulsados, sino porque la ley no les permitía residir en dicha plaza.

Hasta el año 1868 estaba completamente prohibido construir ni reparar edificio alguno en La Línea; después de 1868 acá, cada uno se permitió edificar donde quiso y como quiso, siendo los dueños de fincas, en su mayoría inmensa, hijos de Gibraltar. Así se formó este pueblo de la Linea, llamándose independiente de San Roque, sí mal no recordamos, el año 1870. ¿Sí hubiera estado vigente la ley que rigió hasta el año 1868, tendríamos hoy que lamentar la calamidad existente?. Seguramente que no; porque entonces no hubiera venido a habitar en esta tanto trabajador ni tanto otro que no lo es.


Por tanto, piense y medite un poquito el Gobierno y tome algunas medidas, con objeto que no vuelvan a repetirse las calamidades que hoy todos lamentamos.

Levante el Gobierno una barrera que nos separe por completo de ese pedazo de nuestra nación, que se llama Gibraltar, aíslelo y prohíba terminantemente la importación y exportación; establezca en Cádiz depósitos flotantes de carbón; inhabilite la Aduana de la Línea, pues este pueblo no tiene razón de ser y vuelva a su estado primitivo, y cada uno procurará volver al pueblo de donde vino. Preocúpese alguna vez el Gobierno, que haga menos política y se ocupe más del bien y conveniencia de los pueblos, y ese Gobierno merecerá el aplauso de todos los españoles.






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Luis Javier Traverso




Documento perteneciente a la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España

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