jueves, 26 de septiembre de 2013

Poema ¡¡ Gibraltar !! por Ildefonso Llorente Fernández 1872



¡ Gibraltar !

I

¡Cuan grande tu abyección ¡oh patria mía!
Del brillo de tu espléndida Corona
una extranjera grey, ansiosa un día,
vino y te le nubló. ¡De ello blasona!
Y, ame el orbe, del íbero despojo
grande y cruel ostentación amaña;
¡y en silencio devoras el sonrojo
tu de nobles la prez, la altiva España!!!
¡Puedes ufana estar, patria de Cides!
¿Que te valió tender manto de gloria
sobre ocho siglos de tremendas lides,
si ahora mancha un borrón toda tu historia?
¿Tanto el honor en fratricidas luchas,
y tanto el brío y la virtud perdiste,
que, esclavo Gibraltar, llora, y no escuchas,
y no tu acero a quien le aherroja embiste?

II

¡Roca de Gibraltar! |Oh! cuando al alma
viene tu nombre, del ingles tributo,
viendo el pueblo dormir en torpe calma,
lágrimas vierto con horrible luto;
Y enrojece el rubor al arpa mía,
y sus cuerdas destroza una por una,
y arranca de ella un son, cuya armonía
blasfema ronca de tu atroz fortuna!
Para ver extranjero centinela
sobre tus muros vigilar osado,
valdría mas que en la revuelta arena
te hubieras de los mares sepultado;
que súbito volcán aniquilara
tu levantada roca entre ceniza,
ó del hispano suelo te arrancara
el simoun, que al desierto aterroriza.
¡Oh! la ibérica playa, al contemplarte
pendones tremolar de extraña gente,
quisiera en los abismos arrojarte,
por no tener el deshonor al frente.

III

¿ A dónde estáis, Guzman, y tú, Pelayo,
vosotros todos, los que el mundo admira,
héroes de Zaragoza y Dos de Mayo?
¿No veis la patria que aherrojada espira?
¡Oh! sf la veis; y al contemplar su llanto,
que pobre y débil entre sombra oculta,
cerráis los ojos con inmenso espanto:
¡que su abyección á vuestra prez insulta!
Que, torpes y ambiciosos, se arrojaron
procaces gobernantes en cuadrilla,
y la bandera hispánica arrastraron
bajo los pies de su tirana silla.
Y, rascada, en festines infernales
con los ricos girones se vistieron;
y ahogaron el clamor de los leales,
y estúpidos entonces se rieron.
¡Conciencias en ta bruma sepultadas
de hipócritas, oscuras ambiciones,
en cenagoso pedestal, osadas
dando a la patria, por laurel, baldones!
Políticos farsantes: del decoro
antítesis cruel: del pueblo luto:
miserable pensar, hambriento de oro:
gente sin ley, de corazón enjuto:
Verdugos altaneros de la idea,
con cien dogales a sus pies tendida:
de vampiros fatídica ralea,
que nos robaron libertad y vida:
Hombres vergüenza de la hispana historia
¿qué les importa nuestra patria íi ellos,
sombras que al sol de nuestra noble gloria
dejaron sin magníficos destellos?
¡Vosotros los de espíritu bizarro,
del mundo, por lo escelsos, maravilla,
siglos que vais de Covadonga al Darro,
do Islam feroz su cimitarra humilla:
Poned sobre la tumba losa y losa,
por la infamia no ver que nos oprime,
y rasgad vuestra crónica preciosa
con el impulso del dolor sublime.
Porque arrullada ¡ay Dios! con el halago
de unas sirenas mi leal Castilla,
oye el arrullo con deleite vago
y duerme un sueño que su honor mancilla!

IV

¡Eterno Dios! ¡Si desde el alto ciclo
oyes la voz de mi dolor profundo,
ven a tender sobre mi patria un velo,
y que no vea su deshonra el mundo!
Que si presenta títulos de gloria,
reirán para insultarla otras naciones;
y la mano en el libro de la historia,
mostrarán el borrón de sus blasones.
Y Gibraltar con desdeñosa pluma
ante los ojos marcarán escrito;
y ¡Gibraltar para vergüenza suma,
dirá mi patria en apagado grito.

V

¡Mediterráneo mar! Sobre tus olas
también nuestro dolor tremendo pesa,
viendo se mecen en tu playa solas
avaras quillas de la niebla inglesa.
Al deslizar tu espuma nacarada,
suave, lamiendo del Peñón las puntas,
de Trafalgar la gloria ensangrentada,
con fiero llanto a nuestro oprobio juntas.
¡Y en premio a tu dolor, el pueblo mío
no te engalana con brillante lona!
¿Por que en oleaje de furor bravío
no anegas la nación que te abandona?

VI

Perdona ¡oh Dios! si en iracunda pena
del pueblo que nací quise la muerte.
¡ Ah! ¡Que viva, y que rompa su cadena
con rudo esfuerzo de su brazo fuerte!
Infündele el aliento vigoroso
que en otros días infundir te plugo,
y saldrá del letargo vergonzoso,
y hará" pedazos el horrendo yugo.
¿Acaso puede el frenesí tirano
mostrar impune la robada perla
sin que la fe y el patriotismo hispano
con un gesto no mas le hagan volverla?

VII

¡Oh! De la cumbre en la riscosa falda
tendida la británica pantera,
sustentando el cañón sobre su espalda,
gira orgullosa la mirada fiera;
Y sonriendo con atroz delicia,
de nada sobre el mundo satisfecha,
allá en el fondo de su vil codicia
otros diamantes que robar acecha.
¡Levántate a velar, león hispano,
que noble fias al honor tu suerte!
¡Levántate á velar, que tigre insano
astuto vela para mas perderte!
Y aunque lame tal vez con suave lengua,
fingiendo amor, tu valerosa planta,
¡vela, vela, león! porque tu mengua
es lo que busca con caricia tanta.
¡Vela, vela, león...! ¡Oh! ¿No te irrita
ver por adorno de la raza ajena,
por burla de tus bríos infinita,
el rizo que arrancó de tu melena?
Tu eléctrico rugido en monte y llano,
¿por qué no inflama el apagado aliento,
para que España al invasor insano
destroce y hunda, cual turbión violento?

VIII.

España... ¿y dónde fue? ¿ Dónde se oculta
la nación de los héroes, la que asombros
causando a Anníbal, que feroz la insulta,
en noble hoguera se redujo á escombros?
La que engendró a Viriato; la que altiva,
terror de las romanas muchedumbres ,
de verla esclava al universo priva
de la Cantabria en las tremendas cumbres;
La que arrolló el Coran potente y fiero
desde una cueva astur hasta la Alhambra,
y ahogó en Flandes el grito de Lutero,
y de Oran arrojó la árabe zambra;
La que un mundo arrancó del Océano;
la que en Pavía y en Lepanto, augusta,
hizo en triunfo brillar el nombre hispano
con la energía de su fe robusta;
La que cubierto vio de pasmo el mundo
ante la luz de la española gloria;
la que hundió del descrédito al profundo
del César corso la gigante historia.
La patria del honor: la hidalga tierra
do todo clama en voz que alta retumba :
«¡Pronto! ¡A luchar! ¡A lo extranjero guerra!
¡O todo aquí español, ó todo tumba!»
Esa nación, en cuya historia leo
independencia, honor, gloria, heroísmo:
esa España, ¿dó fue...? ¡Yo no la veo!
¡De ta torpe abyección cayó al abismo!
Devastador torrente de impiedades
cubrió de cieno su creencia pura,
y se agostó su fe, y en liviandades
durmió, de su embriaguez, con la locura.
¡Y la extranjera grey ya no es señora
solo de Gibraltar ¡Ya en vil desmayo,
de extranjero monarca esclava llora
la tierra de Bailen y Dos de Mayo!
Y quedará... ¡oh mi Dios! ¡Dame la muerte
ó de tus bríos la terrible pompa
infunde al alma, y con aliento fuerte
del pueblo mío las cadenas rompa!

Ildefonso Llorente Fernández.





   Luis Javier Traverso








Publicado en el Altar y trono  revista hispano-americana Tomo VI Año III Número 132 - 1872 enero 28 
Documento del Archivo de la Prensa Histórica de la Biblioteca Nacional de España.

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